15.4.09

4. CUELLO




marea baja                                   marea alta                 alta y baja
antes                                             antes                          ahora

La piel en contacto con el mar de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (LP) , está llena de obstáculos para sus habitantes, que no pueden recorrerla atravesando sus membranas, desde el interior hacia el mar.

Hace algún tiempo, más de 50 años, cuando subía la marea sus dos orillas se besaban bajo el mar,… en un solo lugar, en el cuello de la ciudad. Ahora están divorciadas, ni se hablan ni se miran, son pieles cercanas pero muy lejanas...

Si algún habitante quisiera transitar de una orilla a otra para tejer una malla que reconcilie sus pieles costeras no podría..

¡es IMPOSIBLE!,

Principalmente a través de su cuello, el istmo, donde la distancia que las separa es más corta.

El principal obstáculo es la autovía, que recorre toda la orilla que alumbra el amanecer.

Autovía implica el automóvil, el progreso, la modernización, la exclusión, la economía, el desarrollo, la individualidad, el materialismo, el consumo, la velocidad, la inconsciencia, el deseo… nosotros, los habitantes de la ciudad. Todos estos conceptos no son malos per se, y ésto no es un manifiesto antidesarrollismo. Es inherente a nuestra condición humana el deseo de progresar, de investigar, de crear, de crecer, de perdurar,… sería absurdo negarlo. Pero no nos hemos planteado cómo queríamos desarrollarnos, cómo íbamos a habitar el territorio de esta mujer, así que la transformamos a nuestro antojo... Ésto puede aplicarse a todas las escalas, desde nuestras células a nuestras ciudades, ellas y todo lo que abarcan entre sí son territorios. Si lo hacemos, si nos planteamos qué hemos estado haciendo y hacia dónde y cómo queremos evolucionar, podremos dejarnos de actuar sin pensar en las consecuencias de nuestros actos.

Quiero proponer mirar y tratar nuestros territorios con amor, entendido como lo que es, sin añadidos románticos o sensibleros, con madurez. Los cambios son buenos si están protagonizados con conciencia de futuro y de respeto al territorio, al medio ambiente que lo alimenta, a las personas que lo habitamos, a nuestros descendientes…

El objetivo de mi proyecto es tejer la piel de la ciudad, analizarla, observarla, recorrerla por “donde se pueda” y reconstruirla con herramientas visuales concretas “donde no se pueda”.

¿Para qué? Para plantear cuestiones, para que cuando las acciones de arte público (las mías y las tuyas si te animas a proponer) sean observadas en el espacio público concreto en que se ubique, por cualquiera, inevitablemente surjan a distintos niveles las cuestiones, las reflexiones, los planteamientos, la consciencia de lo que se observa y lo que representa para cada uno como individuo y como ciudadano y ojalá de ahí surja una conciencia colectiva de mejorar la ciudad para todos a través de nuevas acciones.

Por ejemplo, sabemos que hay multitud de fronteras en la ciudad.

Me resulta particularmente paradigmática la que se produce en su cuello, en el istmo, el lugar del beso que fundía las 2 fachadas de la ciudad a través de su piel. Un beso transformador del paisaje, que diluyendo su cuello aislaba su cabeza dejando fluir las emociones libremente por un tiempo geográfico.

Las Palmas ahora lleva collarín, su cuello es permanente, lo hemos transformado y la naturaleza ya no entra en juego, lo engordamos, lo encorsetamos… lo peor es que ni siquiera nosotros mismos nos permitimos la posibilidad de a-trans-versarlo, de tejer bordados efímeros infinitos con nuestro camino.

Otro día te cuento una idea que tengo para el cuello de Las Palmas...